martes, 8 de diciembre de 2009

postheadericon Ofensa, comprensión y perdón en la vida matrimonial


(fuente: renuevodeplenitud.com)

ORACIÓN PARA PAREJAS

Señor Jesús, tu un día nos uniste en pareja,
desde el momento en que nos conocimos como novios.

Te queremos pedir Señor que nos ayudes
para seguir cultivando la vida en pareja.

En estos años hemos tenido muchas dificultades,
como esposo/a reconozco que me he equivocado,
reconozco que he ofendido a mi pareja,
que le he faltado al respeto y por eso,
primero que todo te pido perdón,
dame la gracia de que tu entres en mi vida.

Antes de pedirte que cambies a mi esposo/a,
quiero pedirte que me cambies a mi primero,
que me hagas un esposo/a humilde,
más sencillo,
que me des la gracia de poder entenderlo/a,
no permitas que me llene de pensamientos negativos, ofensivos,
al contrario,
dame siempre una palabra nueva,
una palabra de amor,
una palabra de agradecimiento,
aunque a veces me sienta disgustado con él/ella
que yo pueda decirle gracias,
que lo/a pueda abrazar,
que lo/a pueda acariciar.


Permite Señor que yo pueda aceptar sus sugerencias
y sobre todo, que sea capaz de pedirle perdón,
porque así ganamos los dos,
tu sabes Señor,
que a veces prefiero callarme
y a veces me encierro en un muro de silencio
y de indiferencia que genera más tensiones.

Ayúdame a expresar serenamente
a mi pareja
lo que realmente siento,
cuando algo no me gusta,
cuando algo me incomoda,
dame la gracia de ser paciente
y expresar mi inconformidad con respeto y cariño.
Dame Señor Jesús la sabiduría,
pon en mis labios las palabras adecuadas cuando estamos discutiendo,
que nunca salga de mi boca,
una grosería, un sarcasmo,
una palabra que llegue a herir su corazón.

Aleja Señor de mí todo orgullo.

Quiero sobre todo,
que tú estés conmigo y con mi pareja,
con mis hijos.

Gracias por este regalo maravilloso que nos das,
el regalo de la familia.

Ven con tu Santo Espíritu,
dame la gracia de saber pedir ayuda
cuando la necesitemos,
de saber donde buscarla
y no permitas que nos encerremos en nuestros problemas.



Ven Padre bueno sobre mi pareja
y hazla una persona llena de tu amor,
llena de tu bondad,
danos a los dos la gracia de cultivar
nuestro matrimonio
y si aún no estamos casados,
danos el deseo de poder unir
nuestra relación con tu santa bendición.

Padre Santo, autor del universo
que nos creaste hombre y mujer
a tu imagen y semejanza,
tu que has bendecido la unión matrimonial,
te rogamos con humildad que nos acompañes
y que la gracia del Espíritu Santo
inflame nuestros corazones
para que en el gozo de nuestra mutua entrega
como pareja cristiana
y acompañada de nuestros hijos,
seamos imagen de tu mismo amor en la Iglesia,
que en la alegría te alabemos Señor,
en la tristeza te busquemos,
en el trabajo encontremos el gozo de tu ayuda
y en las necesidades sintamos el gozo de tu consuelo,
que participemos en la oración de tu iglesia
y demos siempre testimonio de tu amor entre todos
y después de una feliz ancianidad,
lleguemos al Reino de los Cielos
en compañía de la Santísima Virgen María nuestra Madre.

Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo,
como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos,
Amén.

(fuente: desdeloalto.com)



El objetivo del tema de hoy, es descubrir que la comprensión y el perdón son los mejores remedios para las desavenencias.
Todos tenemos que tener muy claro y creo que ya lo tenéis los que lleváis mucho rodaje de matrimonio, que todos hemos nacido con un defecto de fábrica que se llama el pecado original. Con defecto nacen, excepto la Virgen Santísima, nuestra Señora, probablemente San José y nuestro Señor Jesucristo, todas las demás criaturas, que sintieron y experimentaron las pasiones y los sentimientos más altos y también, las pasiones y los sentimientos más bajos. Porque el ser humano y por tanto, todos los que estamos aquí, es capaz de lo mejor y a la vez es capaz de lo peor. Por eso, partimos de la aceptación de éste hecho, es decir, yo no me he casado con el hombre pluscuamperfecto ni con la mujer pluscuamperfecta.
El problema, es que durante el noviazgo hay momentos que parece que sí, pero luego, cuando llega la vida y empiezan a pasar los años, empiezan a venir los problemas, el cansancio, la rutina, el acostumbramiento y llega un momento que uno dice: “Dios mío, con “lo” que me he casado”. Porque ni me imaginaba yo, que la princesa tan dulce a la que yo iba tan galante a buscarla por las tardes, se iba a poner así y que ese caballero que me decía que yo era su vida y que estaba enamorado de mí. Y de aquello, no digo que quede poco, sino que evidentemente el amor que no se ha cultivado, puede dar lugar al chasco y a la decepción.

   Hay que reconocer que en los matrimonios, sin querer y a veces queriendo, hay ofensas y heridas. Hay heridas que producen fracturas. Yo siempre he hablado, que a veces se puede dar en la pareja una terrible soledad acompañada, porque no soy capaz de comunicar, de decir y de expresar al otro, lo que el otro está haciendo u omitiendo. Muchas veces, la mayor parte de las heridas, no vienen tanto de las acciones como de las omisiones que el cónyuge está realizando.


   ¿Tú conoces las limitaciones de tu pareja? Cuales son sus defectos dominantes. Qué es lo que me saca de quicio o me pone nerviosa de mi marido y qué es lo que me pone nervioso de mi mujer. Seguro que esto, lo tienes muy claro. Ahora, la siguiente pregunta es: ¿Y tú conoces las tuyas? Cuales son tus defectos personales, tus limitaciones, en lo que tú puedes herir, sobre todo, lo que te pueden reprochar las personas que más te quieren. Porque a veces exigimos al otro, le decimos como queremos que sea, como se ha de portar, lo que esperamos de él y sin embargo, no nos damos cuenta que lo que nosotros creemos que estamos dando, no es lo que el otro espera.


    Lo que menos importa es la verdad o quién tiene razón. Lo que importa es cómo he vivido yo o cómo has vivido tú ese hecho. A lo mejor llego con toda la buena intención a darte un beso y te has creído que ya quería más que un beso. He estado un día con una tensión grandísima en el trabajo y no te he dicho que era el aniversario de cuando empezamos a salir y no te he traído un regalo y tú, lo has tomado como una ofensa y un desamor grandísimo.

 Por eso, muchas veces, en el matrimonio no importa la verdad. Lo que importa es cómo estoy viviendo yo lo que el otro está haciendo y lo que estoy percibiendo de él.
 En un matrimonio, no se puede imponer la verdad. No hay ni victimas ni verdugos, ni triunfadores ni vencidos, si no conseguís un equilibrio, un pacto, un proyecto que nazca de una verdad de cómo la he vivido yo, os miréis cara a cara y tengáis el valor de decir: mira, de ti me hace daño esto y esto y ahora te pido que tú me digas a mí qué es lo que yo no estoy haciendo bien, qué es lo que no estás encontrando en mí, qué es lo que esperas encontrar tú en tu marido y no te está dando, o tú en tu mujer y no estás recibiendo.
 El problema es ¿te atreves de verdad a poner las cartas boca arriba? O te da miedo, por la que se pueda liar. ¿Te atreves a decir con cariño y respeto – hablábamos el otro día de la asertividad, que es el modo de decir las cosas – desenfadado, sin herir y sin estar herido? Pasa muchas veces, que he convertido a mi cónyuge en enemigo, que me he hecho una idea tan deformada de mi mujer o de mi marido, que le he cogido miedo y muchas veces no me atrevo a decirle las cosas por cómo se pone, cómo reacciona y sobre todo por el famoso “y tú más”.

   Yo os propongo que volvamos al inicio y retomar ése amor que os llevó al matrimonio, yo os preguntaría: ¿Qué cosas viste en el chico con el que te casaste? Y ¿tú crees que eso ha desaparecido de verdad? ¿Crees que ha cambiado de verdad? O todavía hay algo en la persona, un resto de lo que te atraía, te gustaba y te hacía pensar que ibas a encontrar la felicidad a su lado.


   Yo siempre digo a todos los novios que se casan, lo siguiente: “Felicidad no es facilidad”. Felicidad no es que todo me salga bien, no es tener un marido galante, perfecto, cariñoso, tierno y pendiente.

 Yo hoy te invito a que pienses que la pareja con la que te has casado, que tiene pecado original, que ha tenido fallos y a lo mejor muy gordos y que te han hecho mucho daño, si estás dispuesto, primero, a hablar con esa persona del daño que te ha hecho y que esa persona te pueda contar a ti también los motivos y le puedas contestar sin pelearos. Que tú le preguntes al salir de aquí: ¿Qué te hace daño de mí? ¿Qué estoy haciendo mal? Y que tú le digas también: Y yo ¿qué estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que falta? ¿Qué es lo que no estoy poniendo?

   ¿Sois capaces de hacer juntos un proyecto matrimonial? ¿Sabéis a donde camináis? ¿Sabéis lo que queréis? Sabiendo que, si estáis unidos, si el otro tiene defectos pero seguís unidos, es porque os compensa, os vale la pena. Una persona puede tener muchos fallos, pero estoy convencido que también os podéis decir: ¿Qué cosas positivas hay en ti? ¿Qué es lo que más valoro de ti? Vamos a ponernos en lo negativo: ¿Tengo algo bueno? ¿Hago algo bien? Porque hay personas que están convencidas que no hacen nada bien, que todo lo hacen mal.
   Como tú te has casado con una persona que tiene defectos, a mí me gustaría que miraras al pasado o que mires al presente y te preguntes si el amor que tienes por tu mujer o por tu marido, sigue siendo el mismo amor que le prometiste. “Yo me entrego a ti y prometo, que te voy a querer – no sé lo que me vas a querer tú- en las alegrías y en las penas – que tú me des – en la salud y en la enfermedad, mientras que me quede un aliento de vida. Voy a intentar quererte y sé que me vas a hacer daño. Sé que te he hecho daño yo también.

 No eres el malo y yo la buena o al revés”.
 Tienes que partir de un presupuesto, que es aceptar que tu pareja te ha herido, te ha hecho daño y mucho. En muchos momentos de tu vida. Pero que el Señor te concede el don del perdón.
 ¿El perdón de donde nace? De la comprensión y por eso es necesario el diálogo, porque si no, te crees que estas al lado de una mala persona. Nace del dialogo y nace también del aceptar que yo, cuando me casé contigo, firmé una carta en blanco y sabía que podían venir muchas cosas, que el matrimonio no es un camino de rosas y aunque fuera de rosas, las rosas tienen espinas.
 Al matrimonio se va a sufrir, a luchar, que sacar una familia adelante, que cuesta muchísimo y cuesta muchas veces el sacrificio personal, la negación personal y el decir muchas veces que no. Es un verdadero camino de santidad y un verdadero camino de cruz. Y la cruz, generalmente, la da tu pareja.
Los hijos también son a veces una fuente de cruz y yo mismo, a veces; mi falta de perdón, mi intolerancia, el no aceptar que el otro se puede equivocar y cuando uno se cree que el otro no se puede equivocar y no perdona. El que no perdona es una persona que tiene un concepto especial de la vida y de la perfección, es un perfeccionista, que es una enfermedad espiritual, que consiste en creer que tiene derecho a exigir a los demás la perfección completa y esa persona, va a ser toda su vida, una amargada, porque nunca va a encontrar la perfección, en nada ni en nadie, por mucho que se empeñe. La encontrará en sí mismo.
 Son esas personas que tienen complejo de reina de los mares y nunca hacen nada mal. Nunca se equivocan. Siempre tienen razón. Todo esto no tendría que pasar ni tendría que existir, si realmente huimos del gran defecto del perfeccionismo. No tengo derecho a pedir a mi mujer ni a mi marido, la perfección, porque Dios no me la pide a mí. Y lo que no se me pide a mí ni yo estoy dando, sería un fariseo y un hipócrita, si yo lo exijo a los demás.

   Por eso, esta noche, piensa en las ofensas que te han podido hacer a lo largo de tu historia matrimonial, sea corta o sea larga y que te preguntes si estás dispuesto a decir: Porque te quiero, te vuelvo a dar una oportunidad. Porque perdonar, es aceptar la limitación del otro y decir que a pesar de que te has equivocado y que me has hecho daño, yo te sigo queriendo.

EL PERDÓN SIEMPRE SE FUNDAMENTA EN LA JUSTICIA.  Si no hay justicia, no hay amor. Y la justicia, es dar a cada uno lo suyo.¿Qué es dar, en un matrimonio, a cada uno lo suyo? Darle a mi mujer lo mejor de mí, darle a mi marido lo mejor de mí, que no lo peor. Reservamos para los de fuera lo mejor y para los de dentro, lo peor. Algunas personas son en sociedad encantadoras, ideales, el más chisposo, el más animado, ahora, cierran la puerta de casa y se transforman.
   Mirad a Cristo crucificado, que decía: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”. Ése es nuestro modelo y nuestro punto de referencia, en el matrimonio cristiano. Estoy hablando para cristianos que creen en Jesús. Yo ya sé que perdonar no es olvidar, el olvido es muy difícil y es la última fase del perdón.

 ¿Os cuento lo que es perdonar? Primero es comprender, intentar comprender. Es renunciar a hacer daño a quien me lo ha hecho a mí. Y por tanto, renunciar a la venganza.

 -Primero se perdona con la cabeza, después con los sentimientos y muy después, se perdona con la memoria. Porque hay personas que guardan almacenada en su alma la ofensa, durante muchísimo tiempo. Perdonar con la cabeza es muy sencillo. Es decir: “Señor, sé que me han hecho daño. Tú perdonaste, ayúdame a perdonar. Dame el don y la gracia del perdón, que es muy difícil. No quiero hacer daño a quien a mí me lo ha hecho, porque sería como esa persona”.
- En segundo lugar, perdonar con el corazón y con los sentimientos, es recuperar la confianza y el cariño en la persona que te ha decepcionado. Y decir: “Pasaré toda mi vida, dándote oportunidades. Quiero quererte, lo he decidido y ya que tenemos que estar juntos, vamos a no estar a riña diaria. Te intento dar una nueva oportunidad”.
-Y luego, olvidar con la memoria es, que cuando miréis vuestro pasado y recordéis vuestras ofensas, las miréis con ternura, con compasión y con ése dolor que siempre queda, evidentemente, pero nunca con rencor. El rencor envenena el alma. Muchas veces ¿sabéis porque las parejas no son claras? Porque tienen miedo que el otro utilice lo que le has dicho para hacerte daño. Pasa mucho. Como estamos entre cristianos y estamos obligados a predicar el Evangelio del perdón, yo te pregunto ¿estás dispuesta a perdonar a tu marido el daño que te ha hecho? ¿Estás dispuesto a perdonar a tu mujer el daño que te ha hecho?
  

 Yo os voy a dar unas pautas para empezar a recuperar la confianza.
   Primero: Que todo lo que se os pase por la cabeza o por el corazón en un momento de calentón, no se puede decir. Cuando uno está enfadado, lo mejor que puede hacer es callarse, porque con la boca y el corazón caliente, se dicen cosas que hacen mucho daño, y las cosas que se dicen son plumas que se lleva el viento y luego no se pueden recuperar, porque han quedado dichas y quedan clavadas muchas veces en las personas. Y por tanto, no se puede descalificar. No se puede juzgar a la persona, se puede juzgar una obra que me ha hecho daño, pero yo doy por supuesta su buena intención, la tengo que dar por supuesta, aunque me esté equivocando.
      Segundo: es muy importante que muchos matrimonios recuperéis el respeto mutuo. “Amarla y respetarla todos los días de tu vida”. Cuando una pareja se pierde el respeto y se insulta, se descalifica y se humilla, entonces, estamos abriendo más la herida todavía. Cuando a mí me ha herido alguien, tengo que ser capaz de decir: “Mira, estoy enfadado. Mañana lo hablamos. Déjame que lo piense, que lo valore y te lo pueda decir serenamente”. Yo cuando estoy enfadado con mis curas, les digo: “Mañana hablaremos”. Al día siguiente, ya lo he llevado a la oración, lo he hablado con el Señor, pero digo las cosas claras. Hay un refrán que dice: “Más vale una vez colorado que ciento amarillo” y el que no sabe hablar a tiempo, se coge muchos disgustos.


   ¿Somos capaces de construir un proyecto matrimonial juntos, a partir de ahora? Sois capaces de hacer un borrón y cuenta nueva, aprendiendo de los errores, sabiendo lo que os queda de vivir por delante? Os queda toda la vida por delante, ¿Seríais capaces de hablar sin pudor? De decir: ¿tenemos un proyecto matrimonial? ¿Qué queremos construir juntos? ¿Qué queremos hacer juntos?

Y entonces decir: Mira, lo que nos queda de vida, tiene que ser de éste modo y del otro. Mi trabajo es así y tu trabajo es este. Mi rol en la familia es este y el tuyo es este. No me hagas a mí ser siempre la mala, vamos a compartir y a saber que la familia es cosa de los dos y que la balanza, no es justo que se incline más por un lado que por el otro. Hay que equilibrar la balanza en el matrimonio y saber que si tú te ocupas de un campo y yo me ocupo de otro, lo podemos compartir.
   Otros consejos que tengo para que tengáis éste encuentro son, que clarificarais vuestros sentimientos. Que veáis si queda en vuestro corazón algo de rencor. Es verdad, que a lo mejor la pareja no va a querer hablar, que pasa mucho. Yo os aconsejaría hablar con papel y lápiz, con una carta para que lo que tú me digas, no se me olvide y para que lo que yo te diga, no se te olvide y no interrumpirnos. Para que juntos lleguemos a un pacto de convivencia, que podamos evaluar y podamos ver.
   Muchas veces, no importa lo que se dice, sino cómo se dice. Lo que se dice desde la ira y desde el enfado, hay gente que desenchufa directamente. Yo por lo menos, cuando alguien me chilla, desenchufo, y cuando alguien no está dispuesto a escuchar, desenchufo.

 Tienes que crear con tu pareja una actitud distendida, el momento y el lugar oportuno, que no haya niños de por medio. Entonces, te aconsejo, que seas capaz de abrir tu corazón y ser valiente. Encontrar el momento y el modo y esa distensión, el sentiros preparados y motivados. Concretar unas pautas de comportamiento y haceros promesas. Y además promesas, que podáis evaluar. ¿Te parece que dentro de dos semanas nos volvamos a ver y hablemos de cómo vamos? Que se pueda evaluar como va vuestro matrimonio.

   Y sobre todo, que os sepáis pedir perdón y podáis decir: “Perdóname, si te he hecho daño”. ¡Qué difícil es en el matrimonio, decir perdóname! y porque creéis en el perdón, yo os pido, que cada día os deis una nueva oportunidad, para volver al primer amor. Tenemos una historia detrás, pero sí puedo hacer nuevas las cosas en mi vida matrimonial, en mi relación y me puedo reilusionar contigo. Esto es precioso. Puedo volver a tener una ilusión matrimonial y volver a confiar, aunque sé que va a meter la pata mañana. Vamos a trabajar y vamos a intentarlo.


   Esto os parecerá una utopía. Yo tengo en mi haber muchas crisis matrimoniales oídas, vividas y acompañadas, muchas. Cuando la gente se ha casado por amor, yo os aseguro, que el matrimonio sale adelante, porque ese amor está ahí latente y es como una brasa, que con un poquito que soples y un poquito de hojitas que pongas encima, el fuego vuelve a surgir. El soplo de la conversación, de la comprensión y el fuego del perdón. Cuanto cuesta perdonar y sin embargo, vale la pena. Y en el matrimonio, hay mucho que perdonar.

Jesús Higueras Esteban.




GUION:
OBJETIVO: DESCUBRIR QUE LA COMPRENSIÓN Y EL PERDÓN SON LOS MEJORES REMEDIOS CONTRA LAS DESAVENENCIAS Y EL DESAMOR.
1º PUNTO DE PARTIDA – EN TODA PERSONA HAY GRANDEZA Y MISERIA.
¿CONOZCO SUS LIMITACIONES Y COMPLEJOS? ¿CONOZCO LAS MIAS?
¿QUÉ EXIJO AL OTRO Y QUE DEJO QUE ME EXIJA?

LA VERDAD – NO SE IMPONE. ¿CÓMO PERCIBE EL OTRO LA VERDAD?
¿QUÉ PERCIBO YO?
¿QUÉ PERCIBE ÉL?
¿ES MI CONYUJE MI ENEMIGO? ¿HE HECHO YO QUE SEA?
¿QUÉ INTERESES LE MUEVEN? ¿LOS CONOZCO YO?
2º HACER EXAMEN DE CONCIENCIA:
¿QUÉ ME HACE DAÑO DE TI?
¿QUÉ TE HACE DAÑO DE MI?
¿CONOZCO EN QUE TENEMOS QUE PEDIRNOS PERDON?
3º COMO RECUPERAR LA CONFIANZA.- PERDONAR Y TAMBIEN INTENTAR OLVIDAR – DIOS FUENTE DE PERDÓN.
LO QUE DECIMOS A NUESTRA CONYUJE QUEDA DICHO PARA SIEMPRE. NO INSULTOS – NO DESCALIFICACIONES (NI EN PUBLICO, NI EN PRIVADO, NO HUMILLACIONES)
RESPETO – DELICADEZA: NO DECIRNOS LO QUE NO LE DIRIAMOS A OTRA PERSONA.
EN LOS MOMENTOS DE ENFADO – TENSIÓN NO DECIR LO PRIMERO QUE SE NOS PASA POR LA CABEZA (del 90 % nos vamos a arrepentir, y el daño hecho persiste aunque se pida perdón)
4º ¿SOMOS CAPACES DE CONSTRUIR UN PROYECTO MATRIMONIAL JUNTOS? ESCRÍBELO Y REZALO
5º CONSEJOS PARA PREPARAR ENCUENTRO CON TU PAREJA.
  • CLARIFICA TUS SENTIMIENTOS Y DESCRIBE EL PROBLEMA
  • NO ES SEGURO QUE TU PAREJA ESTÉ DISPUESTA A ESCUCHARTE. CAPTA SU ATENCIÓN – ELIJE MOMENTO Y LUGAR – MANTÉN ACTITUD DISTENDIDA
  • TU LENGUAJE: CONCILIADOR SIEMPRE – SIGUE LAS REGLAS DE LA COMUNICACIÓN.
  • ABRE TU CORAZON Y SÉ VALIENTE. SI LA SITUACIÓN SE ESCAPA DE LAS MANOS – APLAZARLO DE MUTUO ACUERDO, MEJOR EN OTRO MOMENTO.
  • CONCRETAD: PAUTAS DE COMPORTAMIENTO – HACED PROMESAS CONCRETAS – ESTABLECED COMPROMISOS – FIJAD FECHA EXACTA PARA REVISAR PROBLEMAS Y COMPROMISOS ADQUIRIDOS.


 


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Bienvenidos al Blog del grupo 24 de Hogares Don Bosco de Pozoblanco. Este será nuestro punto de encuentro.

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La creatividad de cada persona, de los grupos y de la sociedad, hace que el hombre vaya descubriendo nuevos caminos y proyectos que puedan ser buenos para las personas, si se hacen con ilusión, pensando en los demás y sirven para promocionar, defender, ayudar y unir a las familias, en medio de una sociedad, que anda a la deriva.
Este es el fin de esta sección “desde mi rincón”, que aparece hoy día 1 de marzo de 2010, dentro del blog hogares Don Bosco de Pozoblanco - Grupo 24.
Es una pequeña colaboración personal que ofrezco al grupo de Hogares, para que pueda entrar un poquito de aire fresco en cada uno de los hogares y familias que deseen abrir internet y tengan algo que les ayude a leer, rezar, reflexionar y comentar en familia.
Por hoy nada más, sabiendo que estoy a vuestra entera disposición y de vuestra familia.
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