viernes, 23 de marzo de 2012
Cuaresma 2012 _ EMBÁRCATE
Todavía estamos a tiempo. Todavía tenemos tiempo de convertirnos. Toma el barco, no te quedes en tierra. EMBÁRCATE!La Cuaresma son cuarenta días para una vivencia seria y profunda del misterio pascual de Jesucristo. Tiempo para la conversión y la catequesis bautismal. La Cuaresma no es una obligación pesada sino un periodo de renovación interior.
¿Cuántas veces hemos pensado que nuestra conversión era ser mejores nosotros, limpiar nuestra casa ... tenerla brillante y ordenada ? Nos podemos quedar con ello, sin el Señor. Por mucho que limpiemos nuestra casa, siempre tendrá telarañas, seguiré siendo pecador. Entonces, si el Señor está con nosotros, Jesús llenará mi casa, mi vida, .., toda mi existencia. Lo verdaderamente importante es que yo tenga siempre las puertas abiertas para que Jesús viva en mi casa, en mi vida, en mi mente, en mi corazón, en mis trabajos, en mis ratos buenos y en mis rachas de desánimo.
Para recibirle, tengo que salir de mí, hacer sitio en mí, pobre, pequeño, pecador, ... Sólo así cabe Jesús en mi casa.
En casa, leer la parábola del hijo pródigo o del padre misericordioso. ¿con quién me identifico, con el hijo menor o con el hijo mayor? ¿por qué? ¿qué conclusiones debo sacar ?
Oración Inicial
Señor mío, Jesuscristo, creo firmemente que
estás aquí; en estos pocos minutos de oración
que empiezo ahora quiero pedirte y
agredecerte.
PEDIRTE la gracia de darme más cuenta de
que Tú vives, me escuchas y me amas; tanto,
que has querido morir libremente por mí en la
cruz y renovar cada día en la Misa ese
sacrificio.
Y AGRADECERTE con obras lo mucho que me
amas: ¡Tuyo soy, para tí nací! ¿qué quieres,
Señor, de mí?
Oración final
No me mueve,mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en la Cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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